sábado, 27 de junio de 2015

Memorias y silencios

Horror, torturas, desapariciones y muertes. Miles de muertes. Las que familiares, en principio, no imaginan. Y a medida que pasaban los años, se negaban a pensar. Madres, padres, amigos y compañeros, buscaban vivos a los desaparecidos. Buscaban rastros, buscaban gente que los hubiera visto en algún lugar. Ésa fue, apenas, la primera etapa en la que reinaban las reglas de las dictaduras de todo el Cono Sur.
Una época oscura, la más oscura y dolorosa. Sin embargo, no fue una de las más difíciles, aseguró Elena Zaffaroni, integrante de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos, en una actividad organizada por la Asociación de Estudiantes de Ciencias de la Comunicación, hace poco más de un mes, días antes de la 20ª. Marcha del Silencio. Es que, recuperada la democracia, los familiares no imaginaban que el primer gesto del gobierno, ante tantas desapariciones, fuera consignar la impunidad con la Ley 15.848 de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado. Los caminos, todos los caminos, se cerraron, y el miedo se reforzó.
En el 85’, y los años posteriores, se presentaron causas, testigos y todo lo que fuera posible para saber la verdad, para encontrarlos como fuera y hacer justicia. Pero “sabíamos que no era fácil que los testigos pudieran hablar”, reconoció Zaffaroni. El miedo era terrible. Y la transición que se dio en el país, “fue una transición sin juzgamiento ni siquiera ético respecto a lo que sucedió”.

Hoy, a 42 años del Golpe, se divisa muy fácilmente que durante esos años el Poder Judicial en su conjunto, “no hizo el menor esfuerzo por abrir caminos”. Ni siquiera, los jueces fueron capaces de citar a los militares que los familiares mencionaban, antes de ser aprobada Ley de Impunidad. Las investigaciones brillaron por la ausencia. Fue puro silencio. Un tremendo silencio que perduró desde el primer gobierno de Julio María Sanguinetti (1985-1990) hasta el primero del Frente Amplio (2004-2009).
Luego, muy tímidamente, con la creación de la Comisión para la Paz parecía que las dificultades para acceder a la justicia y la verdad se desvanecían. El Estado reconoció aquellos hechos terroríficos, negados hasta el año 2000, y dio a conocer una lista de decenas de desaparecidos en territorio uruguayo. Un cambio “sustancial”. Sin embargo, los mismos familiares tuvieron que ir haciéndose un poco investigadores, un poco abogados, un poco de todo. Porque aun, estando el FA al frente, no hubo “resoluciones profundas” ni “abarcativas” en relación a las investigaciones, a la importancia de la verdad, a la necesidad de la memoria. Al recuperar la memoria, comenzaría un camino diferente.

Pero la verdad y la justicia se han hecho imposibles ante un Ministerio de Defensa que no cooperó, no buscó, no exigió, ni sancionó a los militares que no colaboraron ni entregaron la información necesaria”, expresó Zaffaroni. Y eso “no hemos logrado que el gobierno lo comprenda”. No se ha logrado que los integrantes de toda esta fuerza política entiendan lo que se está jugando al dejar pasar años y años consolidando tanta impunidad por parte de diferentes instituciones que son “una amenaza a la democracia de hoy”. Entre ellas la Suprema Corte de Justicia que ha sido absolutamente complaciente con esta impunidad. Una cachetada a la sociedad, a las generaciones que van creciendo y a los familiares que temen morir sin saber la verdad. Algo extremadamente doloroso. Y ahí será tarde. Muy tarde. 


20ª. Marcha del Silencio. 20 de mayo de 2015.

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