viernes, 16 de diciembre de 2016

Solo, al piano

“Nada del mundo real
nada del mundo real
desaparecerá, desaparecerá...
nada en el mundo es real
nada en el mundo es real
…y es así
pasa la vida
solo la vida
única vida...
es nuestra vida
nada del mundo real”.


Así arranco, despacito, casi como susurrando, de pie con los dedos clavados, no en las teclas del piano, sino en las cuerdas. Y desde ese disco en el que homenajeó a Alberto Olmedo, Circo Beat, siguió para atrás en el tiempo con Cable a tierra, Carabelas nada, 11 y 6… Y le cantó a Cuba con una de Silvio y otra de Milanes, y galardoneó a Bob Dylan y su premio Nobel, y volvió a su repertorio con algunos de esos clásicos que sí o sí deben estar en un concierto: Un vestido y un amor, Mariposa technicolor. Y agradeció a la vida, que le ha dado tanto, recordando a Mercedes Sosa, y mencionó aquellos años tan difíciles en que cualquiera iba en cana, entonces, los acordes de Los Dinosaurios de Charly, su gran amigo, sonaron y muchos cuerpos se erizaron y el Sodre casi explota cuando, también, hizo apagar todas las luces y hacer al público prender las de los miles de celulares. Y fue imposible evitar esa emoción que deja hace correr un lagrimón por la mejilla y poner la piel de gallina por ese momento y por el recuerdo de los 90' cuando Fito sonaba en las radios después de vender millones de El Amor después del amor. Saludó y pegó la vuelta. Se fue. Pero sabiendo que volvería. Ya con otro saco. A rayas. Y la rompió con Dar es dar. Pero, increíblemente, habían pasado dos horas, en las que además de cantar y hacer partícipe a los miles de espectadores entre aplausos y letras, agradeció a esta ciudad que es como la suya, su casa. Y su gran repertorio quedó corto. Cortísimo. Y se fue diciendo: “Qué lindo es irse así, cantando como un susurro, casi en secreto”. Y las teclas largaron apenas unos acordes de Y dale alegría a mí corazón, porque la canción la cantamos todos, con Fito dirigiendo de pie desde el borde del escenario, de espaldas a su piano. Y otra vez más de una  piel, seguro, se puso como la de una gallina. 




“Y dale alegría, alegría a mi corazón
Es lo único que te pido al menos hoy
Y dale alegría, alegría a mi corazón
Afuera se irán la pena y el dolor”.


Fotos: Fito Páez, el miércoles, en el Sodre. Montevideo, 2016.

No hay comentarios:

Publicar un comentario